Voy caminando silencioso por una calle cuya superficie yace tapizada de adoquines uniformemente repartidos, pero irregularmente humectados por el rocío propio de estas horas de nocturnidad. Mis pies van despreocupados en un viaje inercial, arrastrando al resto de mi cuerpo que, al parecer, es atraído por un secreto imán; lo lleva y con él me lleva a mí inevitablemente hasta aquella puerta que dejé llorando hace un par de días atrás, o quizás sólo han transcurrido minutos. No lo sé. Y ¿Cómo podría yo saberlo, si el tiempo ha perdido relevancia a mi alrededor? ¿De qué me sirve el tiempo ahora, si no tengo a dónde ir salvo hacia aquella puerta maldita en donde fueron laceradas mis ilusiones junto con mis sueños?.
Y, sin embargo, allá voy de nuevo, con mi angustia a cuestas y un revoltijo extraño de emociones cruzadas: por un lado me consume el desconsuelo amargo del destierro del país de su existencia, de los paisajes de sus ojos, de lo tocado por sus manos y sus labios, de los vientos por donde ha de estar viajando en estos días su cabello, su aroma, su voz; y por otro lado me desgarra la emoción morbosa de volver a verla –aunque sólo sea para llorar-. No para llorarle a ella, sino para llorarme yo; sentir lástima no de mí por ella, sino por aquellos días que se van sin decir: “que duermas bien”, “nos vemos mañana, más rato...”, en fin, llorar lo que ha y lo que no ha de venir: el pasado frustrado con ella y el futuro vacío, sin nosotros.
Ahora que me voy acercando, mis voces internas comienzan a manifestarse con un latido más excitado de mi pecho, con un sudor más frío en mis manos, con un zapato cada vez más difícilmente despegado del suelo (de los resbaladizos adoquines cada vez más apagados, más muertos, más expectantes).
Me parece que hace bastante rato he estado sumido en estas oscuridades, pero otras veces he pensado en el consuelo que podría traer consigo la muerte, por violenta que fuera, sería arrojado por fin a una oscuridad más absoluta, pero definida, definitiva, inevitable. Pero la oscuridad fría de esta ocasión, cuando he perdido ya la cuenta de las veces en que me he arrastrado con la frente en alto hasta su puerta, esta penumbra antinatural es, para mí, diferente. ¿Lo notas?¿notas algo diferente en mi semblante, en mi voz,en mis palabras?.
Algo extraño voy sintiendo, como si mi alma se estuviera expandiendo infinitamente hasta desaparecer, como el aire exhalado en la atmósfera que es difícilmente recuperable, mi alma se escapa de mí. Y la puerta sombría espera en el fondo oscuro de mi angustia, me voy adelgazando de a poco y se me va haciendo insoportable, insostenible e insufrible la imagen repetida de su rostro en los perfiles dañados de mi médula espinal.
Tú me miras. Lo sé. Se me hace un tanto difícil explicarte lo que estoy sintiendo. Hace unos días mi cabeza estaba en mis rodillas derrotadas, mientras mis jugos internos caían arremolinados de mi cuerpo, y ahora estoy errando por una calle definitiva y única. ¿Cómo te explico?¿me entiendes?. Estoy yendo por esta calle y me he detenido un poco a conversarte y me escuchas pero me ves borroso todavía, como si fuera yo la niebla y no esta agua suspendida a mi alrededor.
De vez en cuando pierdo la conciencia del contexto real de las cosas; me sumerjo inevitable y me hundo en estos mares aletargado, como si en el fondo del asunto yo tratara de hundirme voluntariamente, pero me resisto un poco. ¿Crees que me atreveré a golpear la puerta nuevamente?. Déjame sentarme en este banco. ¿Me acompañas un rato?¿por qué permaneces en silencio?. Yo sé que a ti también te inundan voces internas, mas no las escuchas, o quizá no quieres aceptarlo. Ahora, por ejemplo, escuchas mi voz en tu interior mezclándose con los otros colores de tu alma. ¿Sientes?. Sí, yo creo que sí. Yo sé que cuando uno lee hay una voz adentro que se pronuncia con la boca cerrada. ¿La oyes?¿te ayudo un poco?.
Mira, voy a decir “A”...y tú leíste “A”, pero también lo dijiste en tu interior, lo escuchaste.
Es así como mi alma está resoplando en tu interior.
¿Todavía no lo entiendes?.
A veces creo haberme perdido entre aquellas voces, como si cada vez que leía un texto, una carta, en fin, inclusive los números de las casas de esta calle, cada vez que traducía esos símbolos a través de mis ojos hasta mi interior, sentía un gran eco retumbando en las paredes descascaradas de mi cabeza.
Cuando lees ¿qué voz escuchas?¿la tuya?¿la mía?.
Déjame aquí sentado si quieres y sigue tu senda. Si no, trata de escucharme un poco más, plis; deja que al mismo tiempo yo vaya adentrándome en tu cabeza, en tu mente; no para apoderarme de los espacios vacíos que la inundan, sino que para residir en algún sitio aún después de que te hayas ido; incluso después de que crezcan en mi pecho las alas de la muerte y no te vea ya más. Déjame descansar en ti, así como reposaron los adoquines en mi espalda una noche atrás cuando esperaba a que en el cielo apareciera mi estrella, pero yo sé, ahora que te lo cuento, que mi estrella no vendrá y, muy probablemente, seré yo quien deambule angustiado, dirigido como una bala a través del aire pesado hasta su puerta, más bien, mi puerta. Ese umbral que se adueña de los pantanos siniestros de mi desesperanza.
¿Has querido matar a alguien alguna vez?
Piénsalo bien...., tómate tu tiempo, relájate.
Sé que mientras te formulo esta pregunta se te vienen a la mente recuerdos, rostros quizá. Pero si estás lejos de lo que aquí trato de decir, y no te importa nada de lo que mis labios arrojan por el aire, nada de lo que he dicho hasta aquí habrá producido un efecto en ti. Si lo deseas, puedo comenzar de nuevo; puedo repetir cada cosa de lo que te he dicho, porque en verdad que las vengo pensando desde hace tiempo; es verdad lo que estoy sintiendo, pero todavía te siento lejos, muy por allá mirando este papel...
¿Todavía no te has dado cuenta de que es a ti a quien le hablo?.
Sí, ¡a ti te hablo!.
¡No!, no te imagines a un personaje aún no delineado entre estas palabras ¿Crees que soy imaginario?¡Yo te estoy imaginando a ti escuchando! ¿Eres un personaje imaginario?¿Lo ves?. Me refiero a ti, a ti que lees, que vas traduciendo mis letras –ahora impresas- que no son si no palabras ¿De qué otra manera podría estar conversándote?.
No, no te sorprendas. Trata sólo de simular que me conoces un poco. De todos modos iremos conociéndonos en la medida en que leas aquí y yo me introduzca en ti, porque ahora, con cada palabra que traspasa tus ojos, me voy adentrando en tu interior provocándote una sensación que no puedes describirme tú, pero que yo conozco, no te preocupes, tú sólo finge algo de demencia, finge que estás aquí ¿qué diablos digo? ¡O tú estás aquí o yo estoy volviéndome loco!. Yo estoy aquí, estoy seguro de eso, sé que estoy dibujado en este papel. ¿Me ves?¿me percibes?.
Por favor no mires hacia los lados y quita esa cara de espanto.
No, no te rías. ¡Bah!, te dije que no lo hicieras. ¡Por favor!, te lo estoy rogando. Es en serio, si no ¿A qué has venido siguiéndome por esta calle?¿te parezco conocido?¿te parezco extraño?¿o es que acaso también te atrae alguna puerta que amas y que odias?.
En fin, ya que estamos aquí. ¡Sí!, ¿Otra vez te lo tengo que explicar? Tú y yo, sí, tú que estás allí con el ceño fruncido leyendo (pero escuchando mi voz, como si imaginaras que esto no es en verdad letras sino una voz que tu imaginación crea para materializarme dentro de ti). ¿No te convenzo todavía?¿por qué sigues mirando entonces?. Creo que te estoy descubriendo un poco, al menos me delatas cosas que no quisieras, pero ya no hay marcha atrás, ya estás aquí y no podemos volver atrás. ¡Epa!, nooo..., no puedes!. Puedes querer olvidar que nos encontramos aquí, pero yo no lo olvidaré, yo te vi un poco y te he visto entre la gente, te he visto en la soledad porque conozco casi todas las formas de la soledad.
Ahora sí, estamos en confianza. Ahora te puedo confesar parte de mi historia y luego tú me contarás la tuya. De cualquier modo, yo llegaré hasta mi puerta y tú a la tuya, y en algún recodo del camino nos hemos de detener a despedirnos. Quizá no quede tiempo para que nos contemos todo, pero estoy seguro de que nos volveremos a encontrar si es que la muerte no termina por decidirse y te lleva a ti o a mí a donde sea que te imagines que lleva la muerte: si para ti se apaga la luz y ahí acaba todo, te lo respeto; yo tengo mis inseguridades al respecto. No sé, casi todo en la vida se trata de la muerte: si no es para propiciarla antes de tiempo y, en algunos casos, de forma masiva; en otros casos es para ignorar que somos mortales y que cuelga sobre nosostros la sombra reconfortante del umbral de la otra puerta que sigue en el pasillo de la vida, la puerta que llega en consecuencia del nacimiento. ¿Ves?¿me vas entendiendo?. Ja!, en realidad no esperaba a que movieras la cabeza, ni mucho menos a que dijeras algo, un balbuceo ininteligible para que yo te escuchara, porque entiendo que, en realidad, esta es una forma poco usual de conocerse, de encontrarnos frente a frente.
Pero yo camino de lado ahora y casi no te miro. En realidad estoy mirando hacia adelante, luego al piso, a los adoquines, y después –como ahora-...¡en serio!¿por qué no me concedes un poco de credibilidad?....ahora –decía- te estoy mirando a los ojos. ¿Te imaginas mis ojos?¿o te estás imaginando que alguien mira a tus ojos?. ¡Como sea!, creo que ha quedado claro lo de quiénes estamos aquí.
Entiendo que debe ser un tanto difícil esto de creer que te estoy hablando a ti. Sí, a ti precisamente. Estamos tan alejados de la fantasía y de la realidad que, tal parece, no estamos en ninguna parte. Entonces ¿por qué habría de estar yo precisamente aquí, si no me crees que en realidad lo estoy?¿Cómo es que yo creo que efectivamente tú estas allí leyendo?¿Acaso soy adivino?. Nada de eso. Estoy menos cuerdo que tú quizás pero, sin embargo, sigues caminando y escuchándome (o leyendo, ya, dale, rompe la magia de nuevo ¿Es que no entiendes?¿Aprenderás algún día?¿Con qué cara piensas llegar hasta tu puerta?). Bueno, ¡como sea!, tú sigues aquí y yo soy el loco. Bueno, dale, ¿quieres que te sople un ojo?. En realidad lo haría. Sí, porque he andado muy solo y me siento cada vez más tentado por la muerte y temo no llegar esta noche hasta la puerta; temo no llorar por última vez y ahora no quiero llorar a solas.
¿Llorarías conmigo?.
No, no lo creo, no crees que estoy aquí. Bueno, sólo déjame llorar mientras tú te acomodas y miras a tu alrededor pensando en que si valdrá la pena o no seguir aquí.
(Pero estar aquí puede resultarte un poco confuso todavía: aquí es donde estamos, no allá donde te crees estar; allá está la puerta, pero acá estamos nosotros).
A ratos tu cabeza ha esbozado parte de los lugares que te he nombrado, como cuando dije “los adoquines” han debido dibujarse en tu mente unos adoquines, o más simple: cuando te pedí sentarnos en esta banca nos has visto sentarnos en una banca. ¿Lo ves?, estamos acá y no allá donde tus ojos te engañan; la historia te traiciona, la lógica, tu quehacer. Pero descansa que yo también necesito descansar. Tú no estás aquí leyendo, estás escuchándome, o acaso ¿no sientes la voz en tu cabeza que resuena con mis palabras?. Sería lamentable que te sintieras neutral en esto, aunque –te confieso- yo también tengo mi mente en otros sitios; también divago un poco mientras te hablo. ¡Vamos, acomódate!. Pero no allá, sino aquí, en este banquito de antes de medianoche, en la plaza frente a la calle de los adoquines.
¡Mira!, ¡allí!, ¡en ese punto una vez tuve la espalda recostada como te dije! ¿la ves?¿Me imaginas ahora tirado ahí en medio de la noche?.
Bueno, en muchos sitios he caído como muerto, me he ahogado melancólico en el despecho, en la traición. Y sigo hacia allá. Ahora necesito descansar y contarte parte de mi historia ¿te animas?. Si no quieres puedes cerrar tus ojos y no ver, pero tus oídos seguirán abiertos por más quieras evitarlo, puedes cerrar la boca pero no la nariz. Igual, aunque intentes evitar lo inminente estaré aquí siempre y siempre que te sientes aquí será tiempo presente, este momento en el que conversamos es en sí un punto en el tiempo que no tiene hora ni estación, es un punto imaginario donde nos reunimos porque, te soy honesto, a veces me pregunto si en verdad estoy aquí o estoy detrás de aquí y tú ahí adelante.
Pero me ocurre algo curioso, porque en la medida en que estas palabras salen de mí, yo te estoy viendo y tampoco sé quién eres y, en verdad, eso ya no me importa; ahora sólo quiero descansar y que escuches mi historia, necesito ese espacio que te pedí de tu interior, reposar allí para que me traslades hasta aquellos puntos de tu existencia que sólo tú conoces (viajar dentro de ti mientras andes por aquellos sitios en los que ya no estuve, pero si me dejas ir en ti llegaré a conocer incluso tus sueños, veré la luna como la miras tú, estaré en la solitaria oscuridad de otro ser). No te molestaré con más, sólo déjame decirte en dónde he estado últimamente y me iré; iré hasta aquella puerta que me persigue.
Ah!, lo olvidaba, si nos sorprende el amanecer aquí, por favor despiértame para saber si es aquí en donde quiero morir, ¿me comprendes?...A veces me confundo, mis ojos me confunden, y es precisamente de eso de lo que necesito hablar, porque ya no estoy seguro de si acaso los tengo abiertos o cerrados, de si estoy despierto o no, ya no sé si tengo mis ojos en su órbita, ya no sé si veo más allá de mi retina. He llevado muchas veces mis manos hasta mi rostro buscando a tientas, incluso ahora, mira, me estoy tocando en donde tú ves mis ojos y yo en verdad que siento mis manos en ellos y te estoy viendo y veo mis manos, los colores del mundo, las formas irregulares de la ciudad, pero no sé si esta es mi realidad, y ya no sé si estoy acá o en el trasmundo insensato del sueño ¿me entiendes?. Por favor, no temas en mí una ausencia funesta de la razón, pero mis ojos han jugado conmigo un juego que no conozco y ya no los logro reconocer como parte de mi cuerpo, sino como seres individuales, ajenos a mí, con vida.

4 comentarios:
hola
estuvimos un buen rato hablando
mis ojos quisieron viajar dentro de los tuyos y al despertar supieron que no te vieron y que tampoco fue un suenio
al despertar supe que estaba viva mas aun seguia con vida pero sola ...
muy bueno me encanto voy a seguir espiando
chau trilce
A mi también me encantó.
Seguiré leyendo...
Galerna
hola senti tu compañia en tus palabras y asi como pudiste ver la soledad en otro ser yo tambien te percibi. ya amanecio y comparto tu ensueño..........
de nostalgias y penumbras buscandote,
buscandome ¿ de que lado de la puerta estamos ? que no te alcance.
(me recordaste a Unamuno.)
Publicar un comentario