En calle Santa Ana
donde los niños sueñan con volar
donde los perros ladran siempre
y siempre acaban mal.
Un hombre en una esquina
espera un rostro que pronto llegará
esa mujer en cuyos labios
vivió la felicidad.
Ahora que está lejos
están sus vidas en un cajón
donde guardaban todas las cartas
con esa dirección.
Si pudiera verlos juntos
con sus sonrisas soñando la ocasión
para encontrarse y, entre los días,
hacer el amor.
La historia está ahora escrita
en las paredes de esa casa
no hay rincones sin los fantasmas
de los dos.
Ahora los recuerdo caminando
por las calles en soledad
y bajo las sombras amarse
en la complicidad.
Julio de 1994.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario